Recostado al borde de los sueños,

                    más allá de todo lo esperado,

                      gravita su alma cual pendón

             en la estación de la historia.


Que soberbia imagen,

                     la del cauto ángel

que cubre su espacio todo,

increíblemente bella es su mano

extendida hacia el camino.


Algún peregrino le acercará

la suya?

y en mínimo acto, un segundo,

será consagrado,

a la virtud de la caridad .

 

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